domingo, 19 de septiembre de 2010

Los centros

Los chakrasLos chakras o centros de fuerza son puntos de conexión o enlace por los cuales fluye la energía de uno a otro vehículo o cuerpo del hombre. Quienquiera que posea un ligero grado de clarividencia los puede ser fácilmente en el doble etéreo, en cuya superficie aparecen en forma de depresiones semejantes a platillos o vórtices, y cuando ya del todo desenvueltos semejan círculos de unos cinco centímetros de diámetro que brillan mortecinamente en el hombre vulgar, pero que el excitarse vívidamente, aumentan de tamaño y se les ve como refulgentes y coruscantes torbellinos a manera de diminutos soles.
A veces hablamos de estos centros cual si toscamente se correspondieran con determinados órganos físicos; pero en realidad están en la superficie del doble etéreo que se proyecta ligeramente más allá del cuerpo denso.
La imagen adjunta representa los siete centros. Todas estas ruedas giran incesantemente, y por el cubo o boca abierta de cada una de ellas fluye de continuo la energía del mundo superior, la manifestación de la corriente vital dimanante del Segundo Aspecto del Logos Solar, a la que llamamos energía primaria, de naturaleza séptuple, todas cuyas modalidades actúan en cada chakra, aunque con particular predominio de una de ellas según el chakra. Sin este influjo de energía no existiría el cuerpo físico. Por lo tanto, los centros o chakras actúan en todo ser humano, aunque en las personas poco evolucionadas es tardo su movimiento, el estrictamente necesario para formar el vórtice adecuado al influjo de energía. En el hombre bastante evolucionado refulgen y palpitan con vívida luz, de suerte que por ellos pasa una muchísimo mayor cantidad de energía, y el individuo obtiene por resultado el acrecentamiento de sus potencias y facultades.

sábado, 18 de septiembre de 2010

Por qué chakras

Cuando un hombre comienza a agudizar sus sentidos de modo que puede percibir algo más de lo que los otros perciben, se despliega ante él un nuevo y fascinador mundo, y los chakras son de las primeras cosas de dicho mundo que le llaman la atención. Se le presentan las gentes bajo un nuevo aspecto y descubre en las personas mucho que antes estaba oculto a su vista; y por tanto, es capaz de comprender, apreciar y en caso necesario auxiliar al prójimo mucho mejor de lo que antes le era posible. Los pensamientos y emociones de las gentes se manifiestan a sus ojos con toda claridad de forma y color; y el grado de su evolución y las condiciones de su salud son para él notorios en vez de conjeturables. El brillante colorido y el rápido e incesante movimiento de los chakras colocan a las gentes bajo la inmediata observación del investigador, quien naturalmente desea conocer qué son y significan.
Conviene tener muy en cuenta que nada hay de fantástico ni contra naturaleza respecto de la potencia visiva que capacita a algunos para percibir más que otros, pues consiste sencillamente en una extensión de las facultades con que todos estamos familiarizados, y quien dicha extensión logra puede percibir vibraciones más rápidas que las que los sentidos físicos están normalmente habituados a responder.
En el transcurso de la evolución y a su debido tiempo todos ampliarán sus ordinarias facultades, pero hay quienes se han tomado el trabajo de agudizarlas antes que los demás, a costa de una labor mucho más ardua de la que la generalidad de las gentes querría emprender.
Todavía son muchísimos los tan atrasados respecto de la marcha del mundo, que niegan tal amplitud de facultades, como hay todavía aldeanos que nunca han visto una locomotora ferroviaria o habitantes del África que no creen en la solidificación del agua.
Hasta el momento en el presente blog ya hemos visto que la palabra chakra es sánscrita y significa rueda. También se usa en varias acepciones figuradas, incidentales y por extensión, como en inglés y en español. De la propia suerte que hablamos de la rueda del destino o de la fortuna, así también los budistas hablan de la rueda de la vida y de la muerte, y designan con el nombre de Dhamma-chakkappavattana Sutta el primer sermón en que el Señor Buda predicó su doctrina, nombre que el profesor Rhys Davids traduce poéticamente por "la puesta en marcha de las ruedas de la regia carroza del Reino de la Justicia". Este es el exacto significado de la expresión para el budista devoto, aunque la traducción de las palabras en sentido recto es "el giro de la rueda de la Ley". El uso en acepción figurada de la palabra chakra, de que tratamos en este momento, se refiere a una serie de vórtices semejantes a ruedas que existen en la superficie del doble etéreo del hombre. Y como es posible que alguien no esté familiarizado con la terminología teosófica, no estará de más una preliminar explicación...
En las superficiales y ordinarias conversaciones, el hombre suele hablar de su alma, como si el cuerpo por cuyo medio habla fuese su verdadero ser, y que el alma fuera una propiedad o feudo del cuerpo, algo semejante a un globo cautivo que sobre el cuerpo flota ligado a él en cierto modo. Esta afirmación es vaga, inexacta y errónea. La verdadera es su contraria. El hombre es un alma que posee un cuerpo, o en realidad varios cuerpos, porque además del cuerpo visible por cuyo medio despacha sus negocios en este bajo mundo, tiene otros cuerpos invisibles a la visión ordinaria con los que se relaciona con los mundos emocional y mental. Sin embargo, de momento no tratamos de estos otros cuerpos.
Durante el pasado siglo se adelantó enormemente en el conocimiento de los pormenores del cuerpo físico, y los fisiólogos están ahora familiarizados con sus desconcertantes complejidades y tienen al menos una idea general de cómo funciona su asombrosamente intrincado mecanismo.
Desde luego que los fisiólogos han limitado su atención a la parte del cuerpo físico bastante densa para que la vean los ojos, y la mayor parte de ellos desconocen probablemente la existencia de aquel grado de materia, todavía física, aunque invisible, a que en Teosofía se llama etérea. Esta parte invisible del cuerpo físico es de suma importancia para nosotros, porque es el vehículo por el cual fluyen las corrientes vitales que mantienen vivo el cuerpo, y sirve de puente para transferir las ondulaciones del pensamiento y la emoción desde el cuerpo astral al cuerpo físico denso. Sin tal puente intermedio no podría el ego utilizar las células de su cerebro. El clarividente lo ve como una distinta masa de neblina gris violeta débilmente luminosa, que interpenetra la parte densa del cuerpo físico y se extiende un poco más allá de éste.
La vida del cuerpo físico cambia incesantemente y para vivir necesita continua alimentación de tres distintas fuentes. Ha de tener manjares para la digestión, aire para la respiración y tres modalidades de vitalidad para la asimilación. Esta vitalidad es esencialmente una fuerza, pero cuando está revestida de materia nos parece como si fuera un elemento químico sumamente refinado. Existe dicha fuerza o energía en todos los planos, aunque por de pronto, y para el objeto que nos ocupa sólo hemos de considerar su manifestación y expresión en el plano físico.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Cómo se dividen los chakras

Los chakras se dividen naturalmente en tres grupos: inferior, intermedio y superior. Pueden llamarse respectivamente: fisiológicos, personal y espiritual.
Los chakras primero y segundo tienen pocos radios o pétalos y su función es transferir al cuerpo dos fuerzas del plano físico. Una de ellas es el fuego serpentino de la tierra y la otra vitalidad del sol. Los centros terceros, cuartos y quintos, que constituyen el grupo medio, están relacionados con las fuerzas que por medio de la personalidad recibe el ego. El tercer centro las transfiere a través de la parte inferior del cuerpo astral; el cuarto por medio de la parte superior de este mismo cuerpo; y el quinto por el cuerpo mental. Todos estos centros alimentan determinados ganglios nerviosos. Los centros sexto y séptimo, independiente de los demás, están respectivamente relacionados con el cuerpo pituitario y la glándula pinal, y solamente se ponen en acción cuando el hombre alcanza cierto grado de desenvolvimiento espiritual.